Antes de avanzar con los chakras, quiero contarles una historia:
En 2008 estuve viviendo en Nueva Zelanda. Pasé el verano en una isla que se llama Waiheke, donde la mayoría son casas de fin de semana o veraneo, y sólo unos pocos habitantes -unos 3000- viven de forma permanente.
Trabajaba con algunos argentinos más como moza en una cafetería que se llamaba The Lazy Lounge, un bar sobre una colina con mesas en el jardín y vistas al mar, donde siempre mirábamos los barcos que se acercaban a la isla y veíamos las tormentas formarse desde lejos, mientras nos enseñaban a preparar el mejor café que probé hasta ahora.
Los dueños eran un inglés y un samoano, con tanta buena onda que no lo podías creer. Desde el fondo de la cafetería manejaban la radio de la isla, siempre nos ponían la música que queríamos escuchar para trabajar, y así toda la isla conoció el rock argentino (y algún que otro Arjona) gracias a nosotros. Fue un buen verano.
Acá ven una foto de la isla, un paraíso verde:
![](https://fbcdn-sphotos-d-a.akamaihd.net/hphotos-ak-prn1/2655_66553522478_106808_n.jpg)
Mi jefa era una inglesa, Jeanette, de unos 50 años, rastas hasta la cintura tejidas con hilos de colores y una de las personas con mejor energía que conocí. Nos hacía reír, nos daba consejos y nos contaba secretos. Yo estoy convencida de que era bruja, o quizás estaba un poco loca.
Fue ella la que un día me comentó que se acercaba el 21 de diciembre, el solsticio, y que ése era un día muy especial porque el mundo espiritual y el mundo terrenal estaban más cerca que nunca. Que era el momento para escribir deseos, porque seguramente iba a encontrar la claridad para escuchar a mi esencia y conectarme con mis deseos espirituales más profundos.
Como no tenía nada que perder, y estaba viviendo en una isla medio hippie, verde y me sentía abierta a cosas nuevas, ese 21 de diciembre hice mi primera lista de deseos. Pensé que no me podía hacer daño sentarme aunque sea un día por año a pensar, a evaluar, a poner prioridades, a soñar.
Bastante después de hacerlo averigüé que el solsticio pasa dos veces en el año, el 21 de junio y el 21 de diciembre, y da comienzo al invierno y al verano. El 21 de diciembre es el solsticio de verano en el hemisferio sur, y es el día más largo y la noche más corta del año. En distintas culturas pre-cristianas se festejaban los solsticios de manera especial. A veces se los consideraba el inicio de un nuevo año, en culturas paganas de Europa se decoraban árboles para celebrar el nacimiento de Frey, su Dios del sol y la fertilidad.
Estas celebraciones son tan antiguas como la cultura humana, antes por supuesto más conectada con la naturaleza, y siempre estuvieron cargadas de magia, distintas tradiciones y rituales.
Lo que hoy propongo, más allá de si creemos o no creemos en los poderes mágicos de este día, es tomarnos unos minutos para estar en silencio, evaluar el ciclo que está terminando, y soñar, imaginar cómo nos gustaría vivir el ciclo que empieza. Como cuando elegimos un sankalpa en los yoga nidra, pero esta vez con varios. Como si el universo estuviera ese día listo para escuchar nuestros deseos más profundos y cumplirlos.
Yo personalmente en general hago dos listas: una con lo que agradezco del año que termina, con lo que me hizo feliz, con lo que el universo me dio, con lo que logré, con la gente que hizo algo por mí; y otra con mis deseos para el año próximo. Como con el sankalpa, elijo cosas que quiero lograr o formas en las que quiero vivir, y escribo preguntándome lo siguiente: si el universo me diera hoy la seguridad de que lo que emprenda me va a salir bien, qué haría? Si no hubiera riesgos, y por lo tanto no hubiera miedos, qué me gustaría hacer con mi vida en el año próximo? Y eso escribo, imaginando que el universo está escuchando, quizás más que otros días.
Bueno, la verdad no sé si mi propuesta es algo obvio que todo el mundo hace cuando llega fin de año, o si será algo que quizás alguien pruebe este sábado.
A mí un día Jeanette me lo contó, me gustó y me sirvió, fue una forma más de conectarme conmigo.
Creo que está bueno terminar un ciclo y empezar uno nuevo con conciencia de que está pasando.
Feliz solsticio, felices fiestas!