08 noviembre 2013

Los 8 pétalos del Yoga - Segunda Parte



Hoy voy a comentar los últimos cuatro pétalos del Yoga. 

En el post anterior describí los primeros cuatro: acciones para conmigo misma, para con los demás, posturas y respiración. Hasta ahora, todo visible, conductas y pensamientos fáciles de reconocer. 

En cambio, los próximos cuatro pétalos son más sutiles, más abstractos, y sólo si practicamos los primeros cuatro, podremos avanzar a los que siguen.

Pratyahara
Es la percepción interna, retraer los sentidos y llevar la conciencia hacia mi interior, en un estado de relajación profunda y consciente. 

Dharana
Concentración interior. Poder mantener la conciencia en un punto, sea la respiración, en un sonido, etc. 

Prathyahara y Dharana van juntas, por ejemplo cuando practicamos el Yoga Nidra, estoy llevando la conciencia hacia mi interior, y también me concentro en un punto, que puede ser la respiración o la rotación de la conciencia por las diferentes partes del cuerpo. 

A veces entramos en meditación donde la mente se calma, y nos sentimos en un estado de paz y contemplación. Éste es el siguiente pétalo:  

Dhyana
Estado de meditación, que es un estado de conciencia que se define con 3 palabras: sat, plena presencia, chit, plena conciencia, Ananda, felicidad.

Samadhi
Estado existencial de felicidad profunda: Plena consciencia, presencia y dicha. Es un estado de unidad en el que se trasciende la dualidad. Sama significa paz y equilibrio interior. Dhi es sabiduría interior. Practicando mucho las técnicas del yoga podemos llegar al estado de Samadhi: paz, equilibrio y sabiduría interior. 

Los yoguis autorrealizados viven en este estado sin necesidad de ningún estímulo externo. Han transitado el camino, y viven en un estado de autorrealización, donde ya no hay apegos ni positivos ni negativos. Esto significa que ya no me molestan los insultos de los demás pero tampoco me hacen más feliz los halagos. Nada modifica este estado de felicidad profunda existencial. Viven en su centro, y unidos con la conciencia universal. 

Para ser realistas, creo que casi todos estamos bastante lejos de vivir en Samadhi. Pero también es verdad que algunas veces entramos en estados de profunda felicidad y paz naturalmente. Puedo empezar por reconocer qué cosas de mi vida diaria me provocan esas sensaciones, y tratar de repetirlas cada vez que puedo. Esto puede ser algo tan sencillo como estar al aire libre, leer un libro, jugar con un nene o pasar tiempo con amigos. 
La idea es tratar de acercarme cada vez más a actividades y personas que me producen calma, paz, bienestar y armonía. Sólo se trata de sumar momentos de felicidad a mi vida diaria. 
Si tenemos bien claro qué nos hace bien y qué nos hace mal, con la práctica y el tiempo, naturalmente nos empezamos a alejar de las personas y situaciones que nos sacan energía y no nos permiten estar en equilibrio, como si hiciéramos una limpieza interna sin darnos cuenta. Y elegimos lo que nos nutre y armoniza. El cambio es lento, profundo y usualmente no tiene vuelta atrás. 

Estas palabras describen estados difíciles de explicar, y a veces pueden confundir o llenarnos de ansiedad y expectativa. Sólo es bueno saber que existen para que, cuando ocurran, nos sean más familiares, pero no es necesario forzarlos o intentar comprender todo de una vez. Hay que darle tiempo a las palabras para que decanten y se unan a nuestra experiencia.


Buen fin de semana!
Namaste. 


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