21 febrero 2014

Para los alumnos nuevos

Pasaron las vacaciones, se acerca el comienzo de clases, y en estos días hasta parece que el verano hubiese quedado atrás. La gente empieza a organizar las actividades de este nuevo año, muchos continúan con yoga como parte de su rutina, otros retoman después de un período de descanso, y algunos decidieron que este 2014 lo van a vivir mejor y se proponen empezar la práctica. Todos han decidido regalarse tiempo a sí mismos, conocerse, buscar un espacio de calma y bienestar. Todos se merecen encontrarlo.

Como profesora de yoga, noto que normalmente los nuevos alumnos vienen con bastante incertidumbre, ansiedad y dudas. Les han recomendado tomar clases de yoga, están decididos a probar, piensan que les va a hacer bien, pero en las primeras clases encuentran ciertas dificultades, se dan cuenta de que no es tan fácil como habían pensado. Les duele el cuerpo, no les salen las posturas, se dan cuenta de que no logran respirar por la nariz o que no pueden relajarse. Realmente se están enfrentando a sí mismos, se están conociendo desde otro lugar, conociendo su cuerpo, su energía, su propia sombra. Salen a la luz algunas características de la personalidad, a veces la impaciencia y la ansiedad, otras veces la autoexigencia o la vagancia, quizás la competitividad. A veces la ignorancia, la inseguridad, la falta de conciencia corporal, entre otras cuestiones. Y nótese que no digo: sale a la luz la falta de equilibrio, la debilidad, la falta de flexibilidad o las limitaciones del cuerpo. Y no lo digo, porque nada de esto importaría, si se practicara yoga con la actitud correcta. 

Y es por tratar de recordar lo que es una "actitud correcta" que escribo estas líneas. Durante la clase yo puedo tratar de corregir la "postura física correcta", pero es cuestión de cada alumno tener la "actitud correcta", que es lo más importante de la práctica.
Primero, para qué vamos a la clase? Para ser acróbatas? Para doblarnos a la mitad sin dolor? Es algo muy común que cuando uno empieza yoga, se fija en lo que hacen los demás. Y casi siempre uno siente que los demás están haciendo posturas imposibles, y hasta pareciera que lo hacen con una sonrisa burlona. Y uno piensa: yo nunca voy a llegar. El yoga no es para mí. Nunca fui flexible, esto es muy difícil. Y como todos los demás están más doblados, más equilibrados, más erguidos, más felices, me esfuerzo el doble, el triple por llegar. Aunque crujan mis rodillas, aunque sienta punzadas en la espalda, aunque respire por la boca, aunque me engañe a mí misma una y otra vez. Todo esto lo único que hace es alimentar a mi ego, hacerme sentir igual o superior a los otros, y muchas veces hasta inferior, mi yo es tan bueno en yoga... mi yo es tan malo en yoga... 
La verdad es que si me lo tomo de esa manera, no sólo que tengo muchas posibilidades de lastimarme, sino que no estoy haciendo yoga, estoy haciendo gimnasia de cuerpo y ego. 

El yoga es un proceso de auto-conocimiento, es ir para adentro, ir pelando nuestro interior capa a capa para que el cuerpo se una con el alma y la mente, para que se integren. Tradicionalmente, los maestros enseñaban individualmente, avanzando sólo cuando el alumno estaba listo. En la actualidad y en occidente, esto es "poco económico" y casi no se practica, pero la esencia debería ser la misma. Que cada alumno avance en su camino a su ritmo, en sus tiempos, con sus limitaciones (físicas, mentales y emocionales) y sus capacidades. Y para esto se necesita que cada uno aprenda a conocer sus limitaciones y capacidades, que a veces están ocultas a simple vista.
Una frase que me cambió la forma de encarar cualquier nuevo aprendizaje fue: sé amable con vos misma cuando estás aprendiendo algo nuevo. Muchos tendemos a ser muy autoexigentes, a veces competitivos, y eso nos termina perjudicando a la hora de aprender cosas nuevas, de vivir nuevas experiencias. Darnos tiempo, tenernos paciencia, ir de a poco, experimentar con nuestro propio cuerpo, con nuestra respiración, con nuestra mente. Dejarnos llevar.
No olvidemos que en Hatha Yoga, las posturas siempre pueden ser un poco más fáciles o un poco más complicadas, lo que significa que nunca vamos a llegar al final, es un camino donde siempre va a haber algún aspecto más sutil de nosotros mismos para conocer, entonces, para qué apurarnos? Vayamos conociendo capa tras capa, pelando capa tras capa, sin esforzarnos de más, sin juzgarnos, sabiendo que la parte netamente física de la práctica no es su esencia, que su esencia es mucho más profunda y sutil, su esencia es unir nuestra mente, cuerpo y alma, para sentirnos en armonía con nosotros mismos y con los demás.

Algunos se preguntan cuántas veces por semana se debería practicar para tener resultados. Yo creo que cuando uno empieza a hacer yoga con un interés verdadero, es más importante la calidad de la práctica y la constancia para tener resultados que la cantidad. Esto es, si puedo sólo una vez por semana, nunca falto, y hago la clase con mucha conciencia, voy a notar un beneficio para mi vida seguro. En cambio, si me anoto 4 veces por semana y falto 3, me genero angustia y frustración más que bienestar. En resumen, para mí es importante comprometerse a lo que realmente se puede cumplir, sin que termine siendo un compromiso más dentro de nuestra vida agitada y llena de obligaciones. Yo, cuando empecé a tomar clases, iba sólo una vez por semana, y sentía un cambio enorme. Con el tiempo, el cuerpo sólo me pidió ir dos o tres veces por semana, pero no lo forcé, surgió después de casi un año de regalarme sólo una práctica por semana.

También me consultan mucho sobre la falta de flexibilidad o equilibrio. Con el tiempo, la flexibilidad y el equilibrio van a aumentar, y con ellas el bienestar que uno siente. Sin embargo, nadie es "mejor" o "peor" en la práctica de acuerdo a su flexibilidad y equilibrio, el progreso en el camino no tiene nada que ver con el logro de una postura u otra, sino con cómo hago la postura, con plena conciencia y plena presencia, con la sensación de estar centrado, equilibrado y de vivir el presente con plenitud. 

A veces vienen alumnos con limitaciones físicas importantes o con lesiones, y me consultan si ellos también pueden practicar. La verdad es que todo el mundo puede practicar yoga, porque hay un yoga para cada persona. Las clases se pueden adaptar a las necesidades específicas de tal o cual limitación, por eso es importante comunicarse con el profesor o la profesora para saber si su clase puede adaptarse, y sino buscar otra opción. Como profesora yo sé que no todas mis clases son para todo el mundo, yo no soy la persona con la que todos van a querer practicar, y está bien que así sea. Cada uno tiene que encontrar un guía con el que se sienta cómodo y una práctica con la que se sienta cómodo. Cada uno tiene que elegir qué camino tomar, si todos los caminos conducen al mismo lugar!! 


En fin, en este nuevo año "lectivo", lo que les deseo de corazón a mis alumnos y a todos los que practiquen yoga, es que con el tiempo aprendan a conocerse, a valorarse y a respetarse. Que aprendan a saber lo que es mejor para ellos y qué límites y exigencias poner en su práctica. Que aprendan a percibir internamente y a observar. Que calmen sus mentes agitadas y expandan la conciencia, que experimenten la inteligencia del cuerpo en su totalidad. Que lo que sientan, piensen y hagan estén integrados. Que la práctica de yoga los ayude a estar más equilibrados y armónicos consigo mismos y con lo que los rodea, generando así felicidad para sí mismos y para los demás. Que sean un poquito más felices, que vivan una vida mejor. 
Namaste.

Les dejo una bendición budista:


10 febrero 2014

Sobre India con amor

Hoy les quiero compartir un texto que escribí hace un tiempo cuando recordaba el viaje que hice con mi pareja por India en el 2013. 

La India es mujer y está loca. Es mujer porque, como los dioses hindúes, en sus miles de años de cultura ininterrumpida atravesó la masculinidad, para llegar a dominar su femineidad sutil y espiritual. Está loca porque vive en un ataque de histeria y confusión constante, en movimiento sin saber bien para qué ni para dónde. Está herida y está feliz, acepta lo que le toca.

Mi primera sensación cuando llegué a Nueva Delhi fue: India te amo. Seguida de una inevitable saturación de los sentidos. Podía oler al mismo tiempo un incienso riquísimo o una comida con especias, y algo desagradable como basura, deshechos de la vaca o a la vaca misma (las vacas son sagradas en India y viven en las calles sueltas y en convivencia con todo lo demás). Veía una hermosa mujer vestida con un sari colorido, y cuando la miraba mejor, la mujer tenía la mitad de la cara quemada, tan bella y tan fea a la vez. En un mismo paseo observaba desde la pobreza más extrema hasta los palacios más increíbles. Les muestro algunas fotos:




   
   
  


El estímulo exterior es tan grande, que se dice y con mucha razón que la India te devuelve lo que está en tu interior. 
Por ejemplo: un día me levantaba irritada, y me encontraba en medio de cientos de estímulos externos para enojarme. Nada funcionaba, hacía calor, los comerciantes me querían cobrar de más, todo el mundo nos daba indicaciones aunque no tuvieran ni idea de lo que les estábamos preguntando, por lo que más de una vez terminábamos perdidos en un callejón imposible.
Si otro día me levantaba armoniosa y en paz, percibía la armonía y el equilibrio que hace que, por ejemplo, las motos circulen sin chocar en medio del caos de tránsito, recibía palabras amorosas de extraños siempre dispuestos a ayudar, encontraba mercancías increíbles a precios irrisorios...
Ella me reflejaba sin condiciones, como un espejo de miles de colores que siempre tiene algo de razón. Con el tiempo aprendí que para pasarla bien en India, tenía que estar equilibrada internamente. 

Algunas impresiones sobre la sociedad y la cultura...
Socialmente la India es tan compleja que creo que no alcanzarían años viviendo allá para entenderla. Es un país de 1100 millones de habitantes en la actualidad, pero lo que la hace tan compleja y rica es que ha sido habitada constantemente por más de 5000 años, y su cultura puede haberse transformado, pero nunca ha sido devastada como ocurrió con otras civilizaciones. En India se hablan cientos de idiomas y dialectos, hay varias religiones y grandes diferencias culturales y sociales. Tenemos que tener en cuenta que es un país unido hace tan sólo 80 años, cuando antes convivían en todo el territorio distintos reinados con sus maharajas, los reyes, que gobernaban con poder absoluto.

En todo momento me preguntaba cómo podía ser que toda esa gente viva en paz, que no haya grandes guerras civiles, con los niveles de pobreza que hay. 
Y los sociólogos deben haber estudiado el tema, yo sólo tengo mis impresiones y el haber charlado con la gente en el poco tiempo que estuve allá. Creo que la respuesta es que es un pueblo de naturaleza pacífica. Siempre lo fue. Es un pueblo que acepta su destino, acepta su realidad sin cuestionarla. Es un pueblo que cree en el destino y en el poder de los dioses. Es un pueblo religioso, sea cual sea la religión a la que pertenezcan, tienen fe ciega. Es un pueblo que cree que en esta vida se le presentarán pruebas que deben superar y que, generando buen karma, en la próxima vida les irá mejor. Creen en la rueda de reencarnaciones, en Samsara. 

Es una cultura que separó a las personas en estratos sociales, en castas que, si bien están prohibidas por ley, en la práctica siguen teniendo la misma vigencia que siempre. Las castas dan valor a la persona, y son aceptadas de una forma que para nosotros es inconcebible. Como si por divino deseo uno sea mejor o peor que otro desde el nacimiento hasta la muerte. Una marca reconocida por todos e ignorada por nadie. Una realidad aceptada.
En esta vida nos ha tocado tal o cual cosa, y sólo generando un buen karma, en la próxima encarnación tendremos una vida mejor. Si nacemos hindúes, una de las religiones de la India, es porque nos lo hemos ganado en vidas anteriores, no por casualidad. Nadie puede convertirse al hinduísmo, porque es un beneficio con el que se nace gracias a mucho trabajo en vidas anteriores, es un beneficio generado por el buen karma.

La India me decepcionó por el hecho de ser machista, retrógrada, discriminadora. Es una sociedad donde la homosexualidad está prohibida por ley y muchísimos matrimonios todavía son arreglados. Donde a la mujer prácticamente se la "vende" al mejor postor. Me producía rechazo el deseo sexual con el que me miraban los hombres en la calle, por tener su sexualidad tan reprimida. Me dieron pena las pocas libertades que tienen los jóvenes para tomar decisiones por su cuenta, porque todo supone una ofensa o un orgullo para toda la familia. Me impactó la poca conciencia generalizada del medio ambiente, donde se consume plástico de a toneladas y se tira a la calle sin el menor recaudo (aunque entiendo que es falta de educación, porque el plástico existe hace poco y reemplazó los materiales ecológicos que se usaban antes, como las vasijas de barro). 

La India me produjo admiración por su gran voluntad y fuerza para salir adelante. Por la amabilidad de la gente, porque tienen una inocencia innata como si estuvieran todos en constante contacto con su niño interior, como si no hubieran crecido. Como si las tiranías de nuestra sociedad occidental en verdad nunca los hubiesen alcanzado. Admiro el respeto que tienen por las familias y por las tradiciones. Admiro su fe, aunque generalmente no la comparta. Admiro su paz, su espiritualidad, y su capacidad de vivir en el perfecto caos de un país al borde del precipicio y hacer equilibrio constantemente. Admiro su historia de supervivencia, su cultura rica en arte, música, arquitectura, narraciones, comida.

Amé a sus mujeres, tan bellas ellas y reprimidas. Tan amables y compartiendo con nosotros los occidentales sus bebidas, comidas, charlas y a veces sólo alguna mirada cómplice. Tan metidas en su mundo femenino y secreto. Cómo soñaba con haber vivido otra vida en la zenana, la parte de los antiguos palacios reales donde sólo convivían las mujeres y los niños, las esposas y concubinas de los maharajas. Cuando visitaba los palacios, siempre fantaseaba con que acá se escondían los secretos más profundos de la cultura India, custodiados por las guardianas en saris. 

Cuando me preguntan si recomiendo ir a India a pesar de la pobreza y las limitaciones culturales, no dudo ni un segundo un SÍ rotundo. Es un mundo distinto, es un mundo que nos abre la cabeza y nos enriquece por ser tan diferente a nosotros. Es un viaje al interior y al pasado, es aprendizaje puro. Volvería una y mil veces si pudiera!!!  

Cuando estuvimos en India nos hicieron una nota para una radio de un conocido. En el momento me dio mucha vergüenza, pero hoy la escuché de nuevo y me di cuenta de que me traslada de nuevo a ese día, uno de los últimos días de nuestro viaje. La comparto con ustedes, van a escuchar la mayor parte del tiempo hablando a mi pareja, Santiago -que es periodista y estaba en su salsa- y yo sólo un ratito medio obligada. La entrevista dura 45 minutos. Espero que la disfruten!